miércoles, julio 01, 2009

Un pueblo roto…

“Ayer vi a un hombre roto, tenía una sonrisa en los labios”

Allah u Akbar” (Alá es grande) Así reza el llanto de un pueblo cercano a Dios. Así establece el pueblo iraní la superioridad de Dios en todos los estadios de la sociedad y el orden, nadie sobre Alá, ni el primer ministro ni  el Ayatola, ni el Supremo Poder ni el congreso, nadie encima de él el más grande.

Raza antigua, de ojos profundos  y dolor anciano, raza combativa que ha lanzado a sus más encumbrados hombres a la tiranía del exilio y el olvido… pueblo antiguo que no teme ni al sacrificio ni a los tiranos,todos caen, todos pasan, ellos lo saben, lo único eterno es Dios.

Imaginemos a ese pueblo lleno de hombres rotos desde dentro, desde ese lugar extraño en el corazón humano donde se  guarda la esperanza de cambio, de un lugar mejor, de justicia. Imaginemos a esos hombres rotos que marchan juntos y juntos se quieren reparar. Expiarse de los demonios de la desesperanza y de la mediocridad. Expiarse de la cabeza el engaño y la mentira y dejarlo votado en la calle, en la sangre en la banqueta, en los gritos de todos pidiendo lo que se les perdió días atrás, en una noche, en unas elecciones.

Los rostros esperanzados y también indignados se enmarcan con el color verde de la esperanza… verde que terminará en estéril, que se hará nada ante al sistema que no quiere reinventarse, crecer, adaptarse a las nuevas ideas y nuevas posturas. La revolución iraní, que tomó los ideales y sentimientos del  pueblo agobiado derrocó al tirano y se alzó en el gobierno y se hizo del  poder… formo algo nuevo, donde religión y Estado se  volvieron uno solo y el cesar fue representante de Dios y el Dios se volvió Estado.

Irán tendrá que seguir adelante, y la revolución seguirá con ellos y matará a los hijos que no entiendan que la madre de todos ellos no es otra  que la Santa Revolución y que pobre de aquel que alce su dedo contra ella, con el Estado  su hijo y contra los Ayatolas sus guardianes. Pobres hijos de una madres desventurada, pobres hijos de una madre en decadencia…

Por eso el rezo de las mujeres y los hombres, por eso el luto de sus miradas, el luto de sus ojos negros, por eso levantan sus manos al cielo y piden por Alá al atardecer.

“Allah u Akbar”

“Allah u Akbar”

“Allah u Akbar”

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