viernes, julio 31, 2009

Primera denuncia [sin afán de hacer una lista]

—Estoy comenzando a pensar en la forma de no convertirme en la quimera de mis tiempos.

—¿Perdón?

Tiempos innobles, indecentes y ruidosos. Tiempos como todos los tiempos, como cada tiempo como siempre en el tiempo. Nada se ha mantenido inerte pero la inmundicia de la condición humana es atemporal, es infame, insana; lo humano nos abarca, nos encierra, nos determina.

Carisias de la filosa razón nos atormentan, infamias de la cómoda religión nos enfrentan, así la verdad que nos explica insana se guarda detrás de nuestros ojos, se pierde enfrente de nuestros cuellos. No tenemos nada más de lo humano que nos forma, de lo humano que nos desfonda.

Entreguémonos a la desdicha imperante de los tiempos furiosos, crucifiquémonos y seamos el escándalo paulino sin posibilidad de sacrificio, de redención.

Muramos en la oscura China, desangrémonos en la sangrante Irán, liberados marchemos en la puritana Norte América, edifiquemos sobre cadáveres en la Ciudad Santa, seamos santos mártires en la negra África... Seamos en nuestros tiempos el grito, la nausea, el vomito, seamos humanos hasta el absurdo.

Seamos puristas en la Bolivia de Evo, en la Alemania de Merkel, en la España de Zapatero… Seamos humanos hasta el hartazgo y denunciemos el buen juicio, la justa moral y la justa indignación. Quedémonos con la temeridad de nuestros “buenos” tiempos, con la lucha de los pobres y la avaricia de los ricos…

Seamos sordos, sordos, sordos, mudemos de piel y gozosos alabemos a todos los dioses, a todas las vírgenes. Alabemos a la humanidad vuelta ídolo, convertida en Dios… Alabemos la podredumbre de todos nuestros tiempos, de todas nuestras eras, enfrentemos a los denunciadores y gritémosles ¡Infames!

Lacerantes son a la humanidad los hombres que no sufren el ser hombres.

¿Qué saben los sabios de lo humano? ¿qué saben ellos de lo que no tienen…? Denunciadores de la condición humana, esperanzados en una quimera esperan el cambio de lo que no puede cambiar. Pecado más grande comete quien pide al manco que coja sus harapos que el manco mismo al no saber que coger.

Encerrados estamos en nuestra condición; escarpar del “odio que nos carcome”, del “amor que nos asesina” sólo son falacias de los hombres necios; la contradictoria humanidad nos sujeta desde dentro… muramos y seremos libres, acaso, es la última esperanza que nos queda.

No hay comentarios.: