miércoles, marzo 18, 2009

Sobre México I

¡¡No!!

Así te lo he dicho mil veces. Te lo digo ahora y no callas, aún no le encuentras el gusto a quedarte callado.

¿Acaso a nuestros flamantes e infames políticos no les preocupa el castigo que puedan recibir? Pero  es que el cinismo es demasiado, es descarado, incontrolado, enfermo.

Dónde dejamos los sueños de Rousseau, Montesquie, Hobbes, no digamos Platón y Aristóteles ¿dónde quedó la justicia? ¿Dónde está Rawls? ¿y Russell? ¿dónde está la justicia y porque no viene y nos aleja de los desalmados? Siquiera la idea, ¿dónde está? que se me pierde en estos momentos. ¿Por qué se pierde, por qué se escapa ahora que tanta necesidad provoca su ausencia?

Veo la condición de mi país y veo nuestro futuro, y no es bueno ¡por Dios que no es bueno! Seguiremos igual que ahora, esperando que llegue el gran dios y nos penetre y seamos uno por fin. Esperando que llegue el gran “reivindicador” de nuestra raza y nos llene de gloria por todos los tiempos. Esperamos la gloria que vendrá.

Y mientras tanto nos jodemos al de abajo, y al de a lado y al del otro lado, en fin, a todos. Porque podemos, porque somos muy “chingones” y porque “sí se puede”.

Se puede. Sé que se puede, pero ahora mismo y en cien años no se podrá. No, y gracias a todos nuestros ancestros que no se podrá. Y no pasará nada porque nos mal educaron y aprendimos bien. Porque olvidamos lo bueno y recordamos lo malo.

Porque nuestra mente perversa y perezosa nos ha jugado un mal chiste, una mala pasada,  que nos hace recordar lo que no debiera y olvidar lo que tampoco debiéramos. Así…

Recordamos guerras pasadas en tiempos pasados, guerras santas muy viejas que ya debimos olvidar por el bien de los bandos. Recordamos la sangre de los justos que fue derramada y en ese recuerdo asesinamos a los nuestros. Que vivan los ancestros aunque nuestros hermanos ahora mismo fallezcan por un odio ya rancio.

Olvidamos que hace no mucho tiempo dejamos que nuestros dioses se convirtieran en demonios, que sus enormes bendiciones se transformaran en infames acciones, permitimos que esos demonios insensatos convirtieran a nuestras mujeres en putas y que las tierras santas se convirtieran en baratos burdeles, permitimos que nuestra madre fuese lapidada por ser una “cualquiera” y corrimos para siempre a nuestros padres de nuestro recuerdo y memoria,  olvidamos que después de la masacre los vivos juntaron “padre” y “madre” y nos dieron una nueva fe. Olvidamos nuestro origen.

Recordamos que un día nos dijimos libres y fuimos libres. Recordamos a todos nuestros héroes y celebramos sus victorias enormes y sus grandes obras. Recordamos que todos fueron buenos y que lucharon y murieron por hacer de nuestra noble nación la más libre de todas. Hombres casi dioses. Eso recordamos.

Olvidamos que hace poco nos levantamos contra la tiranía de otro pueblo sobre la que en Cádiz se formo como la gloriosa ciudadanía hispana, nos levantamos por una idea donde el Rey fue nuestro lema. Olvidamos que fuimos libres porque así lo quisieron los oligarcas viejos de la Nueva España los mismos que fueron después de una firma los oligarcas nuevos de México.

Recordamos que perdimos dolorosamente territorios deshabitados y que tras invasión injusta nuestros dolorosos héroes firmaron los infames tratados. Recordamos que perdimos.

Olvidamos que los que firmaron no fueron castigados. Olvidamos que olvidamos castigar a los culpables de tan recordadas páginas de la historia de México.

Recordamos que fuimos imperio y que ruin rey extranjero vino a querernos mandar. Recordamos nuestro triunfo sobre la tiranía extranjera y una sola fecha nos hace pensar que ganamos una guerra que fue ganada realmente en lobbies extranjeros.

Olvidamos que vencimos una tiranía extranjera pero perdimos contra la tiranía de los ilustres liberales. Olvidamos que los héroes se convirtieron en los verdugos y villanos de una historia donde poco importaban los “mexicanos”.

No hay comentarios.: