No puedo hablar más que con la razón. Pero como ser humano y como persona pensante hablan en mí mi moral, mi ética y por supuesto mi religión. Mis “creencias”.
Hablo con franqueza pero con indignación y molestia. No habla en mi el odio a ningún personaje o corriente ideológica, sólo mi sorpresa ante tanta estupidez.
Los “progresistas” han levanto la voz en contra de sus detractores y éstos han hecho lo mismo. El tema es el “matrimonio homosexual” y la posibilidad de adopción por parte de dichas uniones. Curas y “buenas conciencias” se desgarran las vestiduras y los siempre presentes “santos” progresistas se levantas con antorchas en mano a cazar “retrogradas”.
Cuando se anunciaron con pompa y platillo las “sociedades de convivencia” fui una persona crítica a tal ley. No me limitaba a la ley misma sino que veía más allá. Lo que ahora sucede. La posibilidad de adopción por parte de parejas homosexuales ya reconocidas por la ley.
¿Anti natura? Sí, ¿Contrario a la Ley de Dios? También ¿Contrario a la idiosincrasia de la sociedad? Así es. Aunque no les guste y no nos guste, así es. Cualquier Dios, cualquier sociedad pero claro no cualquier naturaleza. Estas “naturalezas” modernas bastante “politizadas” han hecho que sea posible tremenda contradicción.
Y los “padrecitos” podrán decir mucho. ¿Quién les hace caso ahora? Qué la derecha, los conservadores, los retrogradas, ¡qué todo el mundo! Tanta gente algo de razón han de tener.
Y son justos sus miedos y justa su molestia. ¿A caso tendremos que tolerar que nuestra sociedad vaya por donde no queremos y quedarnos callados? ¿A caso debemos observar como lo que pensamos correcto no es más lo correcto sólo porque ciertos personajes bastante “envalentonados” lo dicen?
Como creyente lo lamento, como ciudadano me indigno. Estos legisladores en un afán “progresista” mal entendido han llevado al extremis sus leyes. Ir contra de su pueblo sólo por “agradarle” a un minoría bastante “quejosa”.
Creo en las Leyes y en su función de ordenar y encausar a la sociedad a una mejor convivencia, pero también creo que hay límites que cualquier legislador debe tener bastante claros. Este tipo de leyes recién aprobadas en la Ciudad de México más que mejorar la convivencia entre ciudadanos los enfrenta. Que los están incitando la Iglesia y Acción Nacional… como Andrés Manuel incito en el 2006… Cuando parte de la ciudadanía se siente traicionada actúa, cuando siente que algo no va bien actúa. Dice, escribe, se molesta y lo expresa…Qué no nos guste como actúa o qué razón los mueve eso es distinto.
Debemos respetar y entender que hay límites. La “libertad” tiene límites. Por lo menos en lo social. El matrimonio es impuesto por la sociedad establecida como propio del hombre y la mujer, la reproducción y subsecuente crianza es por naturaleza del hombre y la mujer, ya sea sólo uno, o sea otro o los dos.
Llega a tanta nuestra vanidad y nuestro rencor a Dios que deseamos cambiar hasta eso. Y que dos hombres o dos mujeres se “reproduzcan” de forma artificial y de ellos haya cimiente, no puede menos que ser antinatural. La última estocada a un Dios moribundo.
Nos guste o no así son las cosas. No promuevo el odio a los homosexuales, tonto yo si así lo hiciera, sino sólo el respeto y el entendimiento. Respetemos y entendamos que nosotros no podemos tener familia como la tradicional ¿Tan dolorosa es la idea? ¿Queremos ser lo que no es posible ser?
La homosexualidad es un asunto muy personal, en el cual, las leyes poco tienen que hacer. El que me agrede, lo hace a un ciudadano y eso es lo que las leyes deben tomar en cuenta, la agresión, no sí es tal o cual el gusto del agresor o si el agredido es de aquel o este color. La ley es ciega. La ley es razón sin pasión.
Pero cuando dichos comportamientos ya no solo afectan a ciudadanos adultos sino que influyen a terceros es cuando la Ley debe intervenir y tomar la postura mejor no sólo para los involucrados directamente sino para toda la sociedad.
La adopción por parte de parejas del mismo sexo me molesta como creyente y me indigna como ciudadano.
Podrán decir que en las Leyes poco importa la moral y la ética. Pero es justamente en las Leyes donde la moral y la ética de un pueblo tienen que ser tomadas en cuenta, para corregirlas si estás dañan a la sociedad, para tomarlas en cuenta y ponderarlas si hacen un gran bien a lo social.
En este caso los legisladores de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal han fallado y han ponderado valores que poco tienen que ver con la tradición y valores de nuestra sociedad y poco, también, hacen para cambiarlos en forma positiva.
Si no nos obligan a casarnos, y a tener hijos, ¿por qué nosotros debemos obligarlos a vernos con hijos y casados?
Pedimos derechos iguales, unirnos con la persona que amemos, pero el punto es que no somos iguales.
El matrimonio es cosa de hombre y mujer, así también la reproducción. Aún no sé de un caso donde haya sido distinto.
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