Y la Política como conflicto.
Si consideramos que la tolerancia “consiste en soportar lo que no es como nosotros”[i], una política que se base en soportar al otro tiende necesariamente a frenar conflictos, no a resolverlos sino tan solo calmarlos al interior de los adversarios. La política de la tolerancia es la contraparte de la política como conflicto, la cual no quiere “soportar” al adversario sino destruirlo; en algún momento podrán tener un momento de tregua pero éste será efímero y servirá sólo para recargar energía para el siguiente ataque con vistas al exterminio. Dicho conflicto que busca la destrucción del otro no puede durar eternamente, pues “no lleva a ningún sitio y al final se imponen el dialogo y la negociación” que devienen en una tolerancia al otro, al diferente por cuestiones netamente de supervivencia, en este punto entra la política de la tolerancia pues
[…] tiende a evitar la guerra y difiere los pleitos y las ofensas. Sólo en condiciones sumamente excepcionales se vuelve a quebrantar el orden y la estabilidad de las partes. En lo fundamental, las partes en conflicto aprenden a tratar al otro y buscan la reciprocidad de su contraparte[ii].
La importancia de la tolerancia en lo general y de la política de la tolerancia en lo particular aparece en los sistemas democráticos, y no en los primeros Estados nacionales ya que “el nacionalismo unifica, compacta y genera un espacio socialmente homogéneo en que se acosa, se persigue y se condena las formas que resisten al poder […]”[iii]es decir acciones nada tolerantes, pero que se implementaron para igualar a la sociedad, una historia y una lengua, una religión y una ideología. En el Estado democrático del siglo XX se pide el “reconocimiento a la diversidad y la convivencia de las diferencias ideológicas, religiosas, políticas y culturales en un marco legal e institucional común”[iv] pero estas minorías al reconocer y reconocerse como iguales deben “renunciar a la violencia y a la ilegalidad”[v] es decir, al incluirse toda esta diversidad al interior del Estado los grupos “diversos” tendrán que jugar según las reglas del juego impuestas por una mayoría (que antes los ataco pero que ahora los incluye) que le asegura al Estado su supervivencia.
La tolerancia se da como hemos visto en un contexto democrático donde “los movimientos de feministas, ecologistas, negros, indígenas, homosexuales, etc.,”[vi] rompen con la cultura predominante y la búsqueda de sus propias identidades,
Sobreviene el auge de la búsqueda de la identidad individual y colectiva. Los Estados nacionales se ven erosionados en su interior por la proliferación de identidades de todo tipo y orden. Los riesgos de tribalización y segregación de la vida pública comienzan a aparecer[vii]
La tolerancia que les permitió a algunos sectores poder protestar, poder reivindicarse, poder asociarse es la misma que llega a estar en peligro por una búsqueda al extremo de identidad última. Los grupos se compactan, se encierran en si mismos y no permiten la entrada de otros distintos a ellos, no existe comunicación entre estos grupúsculos entre si ni con la cultura dominante, se termina siendo intolerantes ante aquellos que fueron intolerantes con nosotros. La tolerancia sería la solución al problema ya que supondría para estos grupúsculos una apertura al “dialogo, la negociación y la toma de acuerdos más allá de la identidad primera”[viii]
Como hemos notado parece ser que la tolerancia es el remedio a todos nuestros males, al respecto el autor justamente menciona que las cosas no son así, ya que si bien es cierto que la tolerancia considerada como “valor” nos puede ayudar a salvar ciertos obstáculos a la vez encierra una serie de cuestiones. Considero que la más importante paradoja del ejercicio de la tolerancia es que “sólo se puede practicar ante concepciones, acciones y hechos que estén dentro de los marcos de la cultura compartida, del sistema legal y de las instituciones imperantes”[ix] es decir que después de todo esto, la verdad es que la tolerancia se puede dar únicamente entre personas más o menos parecidas, por tanto “soportar lo que no es como nosotros” se traduciría en “soportar lo que no es como nosotros pero es parecido a nosotros”.
Bibliografía.
Tejeda González José Luís, La política de la tolerancia, Política y Cultura, primavera 2004, núm. 21, pp. 21-35
[i] José Luís Tejeda González, La política de la tolerancia, p. 23
[ii] Ibidem., p. 25
[iii] Ibíd., p. 22
[iv] Ibíd., pp. 26-27
[v] Ibíd.., p. 27
[vi] Ibíd.., p. 29
[vii] Ibíd., p. 30
[viii] Ídem.
[ix] Ibíd.., p. 31
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