Las izquierdas en el centro de la discusión.
El desprestigio de la política y por consecuencia de los políticos, o viceversa, deviene de un alejamiento por parte de las elites partidistas de las bases que debieran representar, lo mismo en partidos de derecha como de izquierda, pero dado el origen burgués que le atribuye la autora a los primeros su postura no es tan sorpresiva. Al contrario, en el caso de las izquierdas que entraron al juego de la representación política por medio del sistema partidista, cayeron en un desprestigio al descubrirse que terminaban haciendo lo mismo que las otras fuerzas políticas conservadoras, ya que los
[…] éxitos del sistema dominante en inducir la integración de varios de estos partidos de izquierda a sus concepciones y reglas del juego […] hacen que el rechazo se haga extensivo a los de izquierda (todos son iguales)[I]
El problema al cual se enfrenta la izquierda en Latinoamérica no es pequeño, ya que por un lado esta en pie de lucha contra el neoliberalismo y sus agentes, por otro, al constituirse en partidos entran al juego donde las reglas “garantizan la estabilidad política de la reproducción capitalista neoliberal”[II] por ello la autora señala la división entre una izquierda social y otra partidista, donde la primera se abstiene de entrar al juego de la política partidista y la segunda entra subordinándose a los principios de una democracia gobernable. Los partidos de izquierda al someterse y entrar a un sistema político dominado por una elite que podrá ceder un poco pero nunca querrá perder el control, terminan cediendo y quizá contraviniendo los principios de cambio que les atrajo una base popular,
Para ser tratados como pares, muchos representantes de izquierda se sometieron a las exigencias de la derecha […] desprenderse de sus compromisos sociales y adoptar las “practicas políticas” y los “estilos” exigidos para integrarse al circulo de los que negocian.[III]
Todo este escenario de izquierdas participativas dentro del sistema partidista se da por una ola de democratización en la década de los noventas, donde según Francisco Delich habrían de suceder consecutivamente dos etapas, la primera donde las instituciones habrían de fortalecerse (creadas por las antiguas elites) y la otra donde los “actores” gobernarían a sus estilos. Evidentemente la primacía del capital en la primera etapa y la eterna búsqueda de la “estabilidad” para que las exigencias de los sectores desprotegidos puedan ser retomadas y solucionadas, imposibilitan la llegada de una izquierda desatada de manos que ejerza su “estilo”. Es decir, las izquierdas al entrar al juego de la reconstrucción democrática se comprometieron a controlar a sus bases todo en pos del desarrollo, todo por un lapso de tiempo que no ha concluido, toda esta “mezcla de decepción política con fatalismo social arroja a amplios sectores de la población latinoamericana a los brazos del individualismo, el conformismo y la pasividad”[IV], el desprestigio de los partidos de izquierda es por tanto comprensible, se tiene la idea de una izquierda vendida, aunque la autora señala que el problema es en cuanto a las bases teóricas y principios de las izquierdas latinoamericanas, que buscando un ideal liberal del siglo XIX y que posteriormente cayeron en una democracia gobernable, una visión de responsabilidad ya no con las sociedades sino con el sistema político.
El problema de las izquierdas en el poder es que tienen que recurrir a los discursos que antes atacaban, la institucionalización de la izquierda supone su reforma y su centralización o derechización, “ha colado hondo en varios partidos de izquierda que los conflictos son dañinos para la democracia, y de este modo se sitúan en las lógicas conservadoras de la gobernabilidad”[V]
Por otra parte, la izquierda social, al negarse a la política presupone que la política es sólo de una forma, de la forma existente y desdeñable, lo mismo piensan de los partidos pues parten de la suposición que los éstos son de cierta forma, perversa y alejada de las sociedades; el ataque y la negación no pasan de eso y terminan siendo críticas estériles que no llevan a nada pues no repercuten en los cambios que necesita la gran mayoría de la sociedad, aunque “hay que reconocer que la crítica difundida por la izquierda no partidaria lleva a producir impactos removedores del sentido común (ideología dominante) e incluso a colocar temas de debates largamente eludidos…” [VI] existen para la autora grandes temas teóricos e ideológicos que habrán de discutirse dentro de la izquierda no partidaria que redundaran en posturas, ya no de deslinde, sino de una nueva participación política,
Por otra parte, la izquierda social, al negarse a la política presupone que la política es sólo de una forma, de la forma existente y desdeñable, lo mismo piensan de los partidos pues parten de la suposición que los éstos son de cierta forma, perversa y alejada de las sociedades; el ataque y la negación no pasan de eso y terminan siendo críticas estériles que no llevan a nada pues no repercuten en los cambios que necesita la gran mayoría de la sociedad, aunque “hay que reconocer que la crítica difundida por la izquierda no partidaria lleva a producir impactos removedores del sentido común (ideología dominante) e incluso a colocar temas de debates largamente eludidos…” [VI] existen para la autora grandes temas teóricos e ideológicos que habrán de discutirse dentro de la izquierda no partidaria que redundaran en posturas, ya no de deslinde, sino de una nueva participación política,
Debe reconocerse que hay todo un campo para indagar, propuesto por los sectores de izquierda no partidaria sin claridad conceptual pero con una indudable potencialidad heurística como es el de hallar formas de organización colectiva que garanticen, desde sus cimiento, la emancipación de cada ser humano, como fundamento de la diversidad…[VII]
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