lunes, agosto 28, 2006

La Política de la Tolerancia/José Luís Tejeda González.

Y la Política como conflicto.
Si consideramos que la tolerancia “consiste en soportar lo que no es como nosotros”[i], una política que se base en soportar al otro tiende necesariamente a frenar conflictos, no a resolverlos sino tan solo calmarlos al interior de los adversarios. La política de la tolerancia es la contraparte de la política como conflicto, la cual no quiere “soportar” al adversario sino destruirlo; en algún momento podrán tener un momento de tregua pero éste será efímero y servirá sólo para recargar energía para el siguiente ataque con vistas al exterminio. Dicho conflicto que busca la destrucción del otro no puede durar eternamente, pues “no lleva a ningún sitio y al final se imponen el dialogo y la negociación” que devienen en una tolerancia al otro, al diferente por cuestiones netamente de supervivencia, en este punto entra la política de la tolerancia pues

[…] tiende a evitar la guerra y difiere los pleitos y las ofensas. Sólo en condiciones sumamente excepcionales se vuelve a quebrantar el orden y la estabilidad de las partes. En lo fundamental, las partes en conflicto aprenden a tratar al otro y buscan la reciprocidad de su contraparte[ii].

La importancia de la tolerancia en lo general y de la política de la tolerancia en lo particular aparece en los sistemas democráticos, y no en los primeros Estados nacionales ya que “el nacionalismo unifica, compacta y genera un espacio socialmente homogéneo en que se acosa, se persigue y se condena las formas que resisten al poder […]”[iii]es decir acciones nada tolerantes, pero que se implementaron para igualar a la sociedad, una historia y una lengua, una religión y una ideología. En el Estado democrático del siglo XX se pide el “reconocimiento a la diversidad y la convivencia de las diferencias ideológicas, religiosas, políticas y culturales en un marco legal e institucional común”[iv] pero estas minorías al reconocer y reconocerse como iguales deben “renunciar a la violencia y a la ilegalidad”[v] es decir, al incluirse toda esta diversidad al interior del Estado los grupos “diversos” tendrán que jugar según las reglas del juego impuestas por una mayoría (que antes los ataco pero que ahora los incluye) que le asegura al Estado su supervivencia.
La tolerancia se da como hemos visto en un contexto democrático donde “los movimientos de feministas, ecologistas, negros, indígenas, homosexuales, etc.,”[vi] rompen con la cultura predominante y la búsqueda de sus propias identidades,

Sobreviene el auge de la búsqueda de la identidad individual y colectiva. Los Estados nacionales se ven erosionados en su interior por la proliferación de identidades de todo tipo y orden. Los riesgos de tribalización y segregación de la vida pública comienzan a aparecer[vii]

La tolerancia que les permitió a algunos sectores poder protestar, poder reivindicarse, poder asociarse es la misma que llega a estar en peligro por una búsqueda al extremo de identidad última. Los grupos se compactan, se encierran en si mismos y no permiten la entrada de otros distintos a ellos, no existe comunicación entre estos grupúsculos entre si ni con la cultura dominante, se termina siendo intolerantes ante aquellos que fueron intolerantes con nosotros. La tolerancia sería la solución al problema ya que supondría para estos grupúsculos una apertura al “dialogo, la negociación y la toma de acuerdos más allá de la identidad primera”[viii]
Como hemos notado parece ser que la tolerancia es el remedio a todos nuestros males, al respecto el autor justamente menciona que las cosas no son así, ya que si bien es cierto que la tolerancia considerada como “valor” nos puede ayudar a salvar ciertos obstáculos a la vez encierra una serie de cuestiones. Considero que la más importante paradoja del ejercicio de la tolerancia es que “sólo se puede practicar ante concepciones, acciones y hechos que estén dentro de los marcos de la cultura compartida, del sistema legal y de las instituciones imperantes”
[ix] es decir que después de todo esto, la verdad es que la tolerancia se puede dar únicamente entre personas más o menos parecidas, por tanto “soportar lo que no es como nosotros” se traduciría en “soportar lo que no es como nosotros pero es parecido a nosotros”.

Bibliografía.
Tejeda González José Luís, La política de la tolerancia, Política y Cultura, primavera 2004, núm. 21, pp. 21-35


[i] José Luís Tejeda González, La política de la tolerancia, p. 23
[ii] Ibidem., p. 25
[iii] Ibíd., p. 22
[iv] Ibíd., pp. 26-27
[v] Ibíd.., p. 27
[vi] Ibíd.., p. 29
[vii] Ibíd., p. 30
[viii] Ídem.
[ix] Ibíd.., p. 31

sábado, agosto 19, 2006

El Desprestigio de la Politica en Beatriz Stolowicz

Las izquierdas en el centro de la discusión.

El desprestigio de la política y por consecuencia de los políticos, o viceversa, deviene de un alejamiento por parte de las elites partidistas de las bases que debieran representar, lo mismo en partidos de derecha como de izquierda, pero dado el origen burgués que le atribuye la autora a los primeros su postura no es tan sorpresiva. Al contrario, en el caso de las izquierdas que entraron al juego de la representación política por medio del sistema partidista, cayeron en un desprestigio al descubrirse que terminaban haciendo lo mismo que las otras fuerzas políticas conservadoras, ya que los

[…] éxitos del sistema dominante en inducir la integración de varios de estos partidos de izquierda a sus concepciones y reglas del juego […] hacen que el rechazo se haga extensivo a los de izquierda (todos son iguales)[I]

El problema al cual se enfrenta la izquierda en Latinoamérica no es pequeño, ya que por un lado esta en pie de lucha contra el neoliberalismo y sus agentes, por otro, al constituirse en partidos entran al juego donde las reglas “garantizan la estabilidad política de la reproducción capitalista neoliberal”[II] por ello la autora señala la división entre una izquierda social y otra partidista, donde la primera se abstiene de entrar al juego de la política partidista y la segunda entra subordinándose a los principios de una democracia gobernable. Los partidos de izquierda al someterse y entrar a un sistema político dominado por una elite que podrá ceder un poco pero nunca querrá perder el control, terminan cediendo y quizá contraviniendo los principios de cambio que les atrajo una base popular,

Para ser tratados como pares, muchos representantes de izquierda se sometieron a las exigencias de la derecha […] desprenderse de sus compromisos sociales y adoptar las “practicas políticas” y los “estilos” exigidos para integrarse al circulo de los que negocian.[III]

Todo este escenario de izquierdas participativas dentro del sistema partidista se da por una ola de democratización en la década de los noventas, donde según Francisco Delich habrían de suceder consecutivamente dos etapas, la primera donde las instituciones habrían de fortalecerse (creadas por las antiguas elites) y la otra donde los “actores” gobernarían a sus estilos. Evidentemente la primacía del capital en la primera etapa y la eterna búsqueda de la “estabilidad” para que las exigencias de los sectores desprotegidos puedan ser retomadas y solucionadas, imposibilitan la llegada de una izquierda desatada de manos que ejerza su “estilo”. Es decir, las izquierdas al entrar al juego de la reconstrucción democrática se comprometieron a controlar a sus bases todo en pos del desarrollo, todo por un lapso de tiempo que no ha concluido, toda esta “mezcla de decepción política con fatalismo social arroja a amplios sectores de la población latinoamericana a los brazos del individualismo, el conformismo y la pasividad”[IV], el desprestigio de los partidos de izquierda es por tanto comprensible, se tiene la idea de una izquierda vendida, aunque la autora señala que el problema es en cuanto a las bases teóricas y principios de las izquierdas latinoamericanas, que buscando un ideal liberal del siglo XIX y que posteriormente cayeron en una democracia gobernable, una visión de responsabilidad ya no con las sociedades sino con el sistema político.
El problema de las izquierdas en el poder es que tienen que recurrir a los discursos que antes atacaban, la institucionalización de la izquierda supone su reforma y su centralización o derechización, “ha colado hondo en varios partidos de izquierda que los conflictos son dañinos para la democracia, y de este modo se sitúan en las lógicas conservadoras de la gobernabilidad”[V]
Por otra parte, la izquierda social, al negarse a la política presupone que la política es sólo de una forma, de la forma existente y desdeñable, lo mismo piensan de los partidos pues parten de la suposición que los éstos son de cierta forma, perversa y alejada de las sociedades; el ataque y la negación no pasan de eso y terminan siendo críticas estériles que no llevan a nada pues no repercuten en los cambios que necesita la gran mayoría de la sociedad, aunque “hay que reconocer que la crítica difundida por la izquierda no partidaria lleva a producir impactos removedores del sentido común (ideología dominante) e incluso a colocar temas de debates largamente eludidos…”
[VI] existen para la autora grandes temas teóricos e ideológicos que habrán de discutirse dentro de la izquierda no partidaria que redundaran en posturas, ya no de deslinde, sino de una nueva participación política,

Debe reconocerse que hay todo un campo para indagar, propuesto por los sectores de izquierda no partidaria sin claridad conceptual pero con una indudable potencialidad heurística como es el de hallar formas de organización colectiva que garanticen, desde sus cimiento, la emancipación de cada ser humano, como fundamento de la diversidad…[VII]

[I] Beatriz Stolowicz, El Desprestigio de la Política, p.167
[II] Idem.
[III] Beatriz Stolowicz, op. Cit., p.182
[IV]Ibidem, p. 181
[V] Ibid., p. 183
[VI] Ibid., p. 190
[VII] Ibid., p. 191

domingo, agosto 13, 2006

Horas tranquilas...


En este clima de cierta incertidumbre, de funestos golpes de una realidad que se me escapa, no puedo menos que sentirme extasiado, extasiado de cosas que se me van, que se me olvidan, sentirme lleno mucho muy lleno de palabras, de acciones, de gente... el sentimiento, la sensacion de hartazgo no me abandona, me sigue me persigue, pero aun así sigo llenandome, estoy sufriendo de una gula de aspiraciones, de sensaciones y de reacciones, la mesa esta servida y yo estoy condenado a comer de ella, platillos y mas platillos, odio en salsa de ilusiones, sopa de envidias, rollitos de felicidad, una omellette de rencores acompañada de una ensalada de hipocrecias, y para que todo sea bien digerido una botella de cariños... meseros con caras conocidas, veo a mi madre sirviendome indulgencias y a mi padre levantando el plato de lamentaciones, mis amigos no dejan espacio vacio, llenan la mesa con sus platillos, con sus hechuras, con sus infiernos...

Estas horas tranquilas, me agobian pues me obligan a pensar en mi infierno... me siento como el mosquito en la pintura de Varo, me siento atraido y afectado por otros, voy en espiral hacia algo y no se que es...