lunes, marzo 05, 2007

El Renacimiento.

Repensando al mundo.
Es el renacimiento una etapa en la historia del hombre occidental en la cual se deja de lado a Dios, se pasa pues, de un teocentrismo a un antropocentrismo. Se voltea al pasado, a Grecia y a Roma, al hombre libre, alejado de supersticiones, al hombre que quiere conocer, que quiere ser dios. En el Renacimiento el hombre volvió la mirada al hombre, lo que se cosechó al dejar de ver lo divino por ver lo mortal, somos nosotros, somos la cosecha de tal decisión.
Desde las ciudades italianas surge un movimiento ya no solo artístico sino una nueva forma de ver al mundo y reaccionar ante él; repensar al mundo, dejar atrás lo que se tenía establecido como verdad, dejar la sociedad feudal y la religión y voltear al hombre, el humanismo. Dejar atrás el miedo a Dios y desarrollarse como hombres, con todo lo que esto significa y en los terrenos donde signifiquen algo. Tanto en la política como en la religión, concentrar el poder terrenal, llenarse de riqueza, conocer sin Dios. La ciencia se libera, el poder ya no es a Dios, pero es Dios quien lo da, el lucro ya no es pecado pues el nuevo Dios no lo condena. De la nueva forma de ver y pensar el mundo surge el Estado, sobre cualquier cosa, Maquiavelo es profeta. El capitalismo como nueva forma de llegar al paraíso, la ciencia como la nueva forma de conocer al mundo terrenal.

La sociedad feudal cae extasiada, ya no puede, los excesos son muchos y las opciones para continuar no existen. Las ciudades dejadas a merced de los mercaderes son libres ante la nobleza, son las ciudades las que terminaran decidiendo el destino de las naciones, de los pueblos. La autonomía que se les dio les permiten crecer, ven más allá, quieren más, el espíritu capitalista, el ansia de riqueza las mueve, y recordemos que riqueza y poder no van separadas. Se alían el rey y la clase mercantil, los señores feudales, los siervos no podrán contra la alianza que se ha formado, el poder que buscan los reyes se ve acompañado por la búsqueda de riqueza de los mercaderes; poco a poco la organización feudal caerá, los siervos ya no serán siervos, y los señores feudales serán adornos en los palacetes de los reyes, la corte se unirá y vivirá en lujo, la nobleza ya no obligara. El rey será Estado, todo gracias al rey y el rey solo gracias a Dios. Pero no pudo haber sido distinto, los excesos y el desgaste natural de una organización social provocó su caída, el feudalismo ya olía a rancio, el nuevo espíritu renacentista obligaba a romper con él, el hombre renacentista, cosmopolita, libre pensador no se desarrollaría en una sociedad donde la cruz y la sangre noble fueran cadenas así mismo. Las ambiciones eran muchas entre los hermanos, uno de entre todos, uno habría de dominarlos a todos, uno tendría que someter a todos. El proceso estaba iniciando, los Estado-nación estaban en creación, el siervo ya no era siervo de Dios sino del Estado, súbdito del rey que es el Estado.

La economía se ve liberada, los apetitos de la riqueza ya no tendrían encima la anatema papal, Shakespeare lo lamentaría en su “mercader de Venecia”, como el apetito por la riqueza tumba y somete a la idea de nobleza. Los grandes capitales circulan, los préstamos, el interés, las grandes compañías desembocarán en los descubrimientos, en un comercio mucho más mundial. La religión de los protestantes liberada de las limitaciones católicas producirá grandes posibilidades al desarrollo del capitalismo, Ámsterdam y Londres serán poderosas ciudades mercantiles, futuras potencias financieras. El dinero circula, se reproduce, crece, la economía basada en los feudos no puede más que ceder su paso a esta otra, al capitalismo. Shylock triunfará, él como representante de la nueva casta, de la nueva raza que emergerá del renacimiento, liberada, libre, y ella se llamara así misma liberal.

El ídolo católico ha caído, su representante solo ve estupefacta como el orden cambia, como todo lo que decía y dice es refutado, combatido y humillado. La Iglesia pierde su lugar preeminente ante y sobre la sociedad, ya no dice lo que es la verdad, pues ahora la ciencia será la que diga los que es y no es verdad, la Iglesia ya no controla a los reinos, ahora los controla el Estado, la Iglesia ya no tiene ni siquiera la exclusividad de decir lo que Jesucristo y Dios dice, sino que ahora los protestantes dicen lo que quieran, la Iglesia ya no controla al rebaño, pues éste se le ha escapado.
Tras el renacimiento, tras esta primera revolución cultural y política en occidente, se erigen nuevos ídolos, la Razón y el Dinero. Nada sobre ellos, todo por ellos.

¿Universalizar lo particular? de las diferencias sin importancia...

El semestre pasado, en mi clase de Filosofía y Teoría Política II, mi profesor nos comentaba que muchos de los problemas que se dan en la vida social del ser humano devienen de elevar a universal lo que es particular, no podría tener mayor razón; esto me vino a la mente cuando llegó a mi correo electrónico un escrito referido a la homosexualidad, un texto por más tendencioso y de una ignorancia sobrada. En este escrito se pretende elevar a universal lo que es un pensamiento particular, que aunque muy generalizado no deja de ser particular.

En primer lugar este texto ubica al lector en situaciones escogidas especialmente para levantar indignación; para tal motivo utilizan preguntas como esta: ¿Cómo se sentiría si de pronto todas las sociedades, cada persona que lo rodea fuese bi u homosexual? Habrá que aclarar que en un mundo donde todos fueran homosexuales o bisexuales no habría mayor problema, pues sería una forma de vida establecida, es decir no se sentiría amenazado ni intimidado pues sería a lo que esta acostumbrado este ser humano, habitante de esta sociedad imaginaria. Todas estas clases de preguntas que tratan de plantear un mundo imaginario distinto al real, cometen un gravísimo error, pues ubican a un ser humano del mundo real en un mundo imaginario; sería como si trajéramos a un ser humano de este mundo “gay” al mundo real; lo que posiblemente sentiría sería miedo, rechazo y por consiguiente odio, que es lo mismo que podría sentir una persona al situársele en un mundo imaginario completamente distinto al suyo; tales suposiciones son peligrosas si los lectores ignoran o desconocen lo que es la homosexualidad (independientemente de su conocimiento mediatizado), recordemos que el ser humano teme a lo desconocido, es este sentimiento, el temor, lo que nos lleva al odio. Ver a la homosexualidad como un problema y una amenaza es motivo de este escrito, trata de justificar este odio, y repito que pretende universalizar lo que es particular.

Este escrito en un primer momento aparte de imaginar mundos y situaciones, supone la existencia de matrimonios o uniones heterosexuales perfectas, todas perfectas; limita la virtud de las personas a la unión entre sexos distintos, es decir un matrimonio o unión (que prefiero llamarlo unión) entre personas del mismo sexo nunca podrá ser bueno para la sociedad, pero en cambio una unión entre hombre y mujer será buena para la sociedad, o resumiendo, los homosexuales son malas personas y los heterosexuales son buenas personas. Habrá que, siguiendo con esta lógica, de identificar la calidad de una persona preguntándole su preferencia sexual.
No creo que la adopción de niños por parte de una pareja homosexual sea negativa para que un niño cuente con amor y apoyo en su vida, lo que si creo es que si existe gente en este mundo que ve en ello un acto perverso, estas mismas gentes harán de la infancia y de toda la vida de estos niños un infierno lleno de prejuicios, dolor y sufrimiento, será la sociedad toda la que condene a estos infantes a una cruel vida y no la pareja que les dio amor. Pero cuidado, no estoy diciendo que todas las parejas gays sean buenos padres como tampoco afirmo que todas las parejas heterosexuales sean malos padres, lo que digo es que como puede haber gente buena puede haber gente mala y esto es independiente de su preferencia sexual.

Siguiendo con la segunda parte de este escrito, me queda una profunda duda acerca de si el o los realizadores de este, sabían de lo que trataban, ¿a que me refiero con esto? Pues a que suponen que la homosexualidad no es lo mismo que ser “gay”, y cabe señalar que la homosexualidad se refiere a la generalidad, a hombres y mujeres, y en cambio la palabra “gay” se refiere a ser un homosexual hombre, en el caso femenino se denomina “lesbiana”; tales precisiones no se pueden dejar pasar en esta clase de escritos que llaman a la reflexión. En esta segunda parte he de aceptar que al leerla no pude mas que pensar en la cantidad de personas que pueden pensar de esa manera, en todo el odio que sienten por personas que apenas conocen. Me provoca repulsión tal grado de estupidez y me provoca tristeza la violencia provocada por la estupidez de ciertas personas que creyendo tener la razón, matan y destruyen al diferente, al distinto, al otro, ese que algunos llaman el prójimo. Me pregunto qué daño puede provocar la homosexualidad a los individuos, la familia y la sociedad, cuál será ese daño… a los individuos que se sienten seguros de lo que son y en lo que creen poco le ha de afectar que alguien sea distinto a el, no se siente amenazado y mucho menos violentado por sus diferencias, pero claro, esto sólo a los que están seguros de lo que son. La familia, “pilar de la sociedad”, no es dañada por la homosexualidad, es dañada por los prejuicios, por el odio, por la violencia y el desamparo, no por la preferencia sexual de sus miembros y mucho menos por las del vecino o el amigo. Y la sociedad por ultimo, esta se encuentra dañada pero por otras cosas, muchas otras cosas más, considero que habrá que dejar de darle importancia a si nuestros hijos son “machitos” o no, o si nuestras hijas son “marimachas” o no, dejar de preocuparnos de eso y ocuparnos de hacer a todos hombres y mujeres de bien, y punto, sin importar con quién se van a la cama o con quién se unen.

Nos hablan de “compasión” hacia los homosexuales, pero tengo una pregunta ¿Por qué? Son seres humanos como cualquiera, con los mismos derechos y obligaciones, no son más ni menos, no merecen tener más ni menos que cualquier otra persona “normal”. Por favor, no hay que creerlos enfermos, no necesitan ayuda extra y no necesitan ser curados de nada, pues su preferencia sexual no es una enfermedad. Son humanos y como humanos merecen respeto no compasión por su condición.

Recordemos que el amor, la libertad, y la felicidad no discriminan a nadie por lo que son. Seamos todos respetados, y que no nos vengan con discursos tendenciosos, prejuiciosos y llenos de odio, que lo que le sobra a este mundo es odio. No permitamos que el pensamiento particular de una o varias personas sea vuelto universal, no permitamos que su odio se vuelva universal.

José Matos y Carrasquedo. 7 de Julio de 2005.